28 septiembre 2005

ZP y Afghanistán

 Lo de Afghanistán no parece un paseo militar, aunque<br />Bono haya ordenado que no se utilicen las armas


Su irresponsable dialéctica le llevó a hacer nuevas promesas de cara a la galería sin pensar en las consecuencias. Para compensar a Occidente por la retirada de Irak y, en definitiva, por su capitulación a los fines del terrorismo islámico, se comprometió a enviar más soldados a Afganistán. No aprende. Decía Napoleón que el mejor compromiso es el que no se hace. Otra metedura de pata, otra promesa que nadie le exigía y nuevamente otras muertes sobre su conciencia.

Ninguno de los dos compromisos – retirada de Irak y mayor presencia en Afganistán – se exigía por la mayoría de españoles en el momento en que se hicieron. Su primera promesa obedecía al deseo de halagar a sus votantes –esa es la más exacta definición de demagogia– cuya irresponsable iniciativa fue apoyada por la totalidad de la izquierda, que por cierto estaba en minoría, así que la “clamorosa y mayoritaria petición popular” no fue tal hasta la posterior campaña que la convirtió en mayoritaria. Su segunda ofrenda ni siquiera ellos la compartían.

Pero no ha sido suficiente con enviar a nuestros soldados a lugar más peligroso de la tierra sino que era necesario enviar un mayor contingente. El País en su editorial del 03.03.04 decía, entre otras cosas, que:

«”Si se quiere evitar que Afganistán caiga de nuevo en el precipicio es urgente la ampliación del contingente de 6.500 soldados que bajo mando de la OTAN apenas alcanza a proteger Kabul. Reforzar las tropas internacionales y diseminarlas por Afganistán es una receta indispensable para evitar que los señores de la guerra y el comercio masivo del opio liquiden las posibilidades de despegue de un mísero país que durante el último cuarto de siglo no ha conocido otra realidad que la guerra”».

«”Afganistán precisa un firme y paciente proceso de construcción institucional y, por encima de todo, mecanismos de seguridad que disipen el miedo de sus habitantes. La tarea es formidable, pero más lo será el precio a pagar si finalmente implosiona este embrión de Estado situado en una de las encrucijadas más volátiles del mundo”».

Con ello lo que pretendían era justificar el envío de más soldados allí. Ahora resultaba “urgente la ampliación del contingente” y ello era “una receta indispensable”. Al igual que en Irak, en Afghanistán nos necesitan pero ZP se negó a reconocer que en Irak hacíamos buena labor y que no se les podía abandonar. Lo que se niegan a reconocer sobre Irak, resulta que ahora es válido en Afganistán para justificar el envío de más soldados. Pero de Irak había que salir corriendo y en Afganistán resulta que nuestros soldados son imprescindibles.

Pocos días antes de que el contingente de soldados españoles se desplegase en Herat (Afganistán), estalló una revuelta armada con muertos y heridos entre militares, policía y civiles afghanos, aunque Herat ya había sido escenario de otros dos episodios de violencia armada, el último de ellos con más de cien bajas.

Con el envío de soldados españoles a este escenario, nuestros soldados han sido sometidos a un riesgo cierto ya que siendo su cometido el mantenimiento de la paz, tarde o temprano, inevitablemente, habrán de intervenir entre los contendientes para evitar los enfrentamientos o serán víctimas de cualquiera de los grupos armados que se esconden en las montañas.

Y conforme al nivel de riesgos que se corren en Afghanistán, entre los que se encuentran los señores de la guerra y el comercio de opio que citaba El País en su editorial y cumpliendo los pronósticos, un helicóptero ha sido derribado y otro destruido en un aterrizaje de emergencia a causa de una maniobra de evasión, aunque la versión oficial –nunca demostrada– sea la de un accidente del primero y no se sabe qué del segundo.

No todos los muertos son iguales para la intoxicada conciencia ciudadana de izquierdas. Sólo cuentan los que caen bajo balas estadounidenses. Los muertos provocados por la irresponsabilidad de ZP no merecen una voz más alta que otra. Curiosamente, los votantes de izquierdas no se sienten responsables de los fracasos del gobierno que han votado.

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