27 septiembre 2005

ZP y el fundamentalismo laico

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Por mucho que se esfuercen en justificarlo sacándose de la manga la Constitución y otras elevadas razones de Estado y por mucha literatura de WC que nuestros gobernantes y sus medios de comunicación desplieguen, no hay razones éticas de ningún tipo en sus panfletos contra el "fundamentalismo católico” sino simple y llanamente odio a la religión.

Quienes combaten a la religión católica desde una supuesta aconfesionalidad del Estado, reconducida a una feroz anticonfesionalidad que entra de lleno en el fundamentalismo laico más extremista, no hacen otra cosa que devolvernos al problema religioso anterior al año 36, cuando Manuel Azaña decía que «“La premisa de este problema que llaman religioso, hoy político, la formulo yo de esta manera: España ha dejado de ser católica; el problema político consiguiente es organizar el Estado en forma tal que quede adecuado a esta fase nueva e histórica el pueblo español.”»

Pero, ya ven, Azaña se equivocaba y Zetapé persiste en el error: España no ha dejado de ser católica. Y no por privilegios de la Iglesia sino por decisión personal de cada uno de los españoles que se declaran católicos, practicantes o no. Según la última encuesta del CIS presentada en el Congreso el 18.5.05, el 79,3 por ciento de los españoles se declara católico, frente a un 11,7 que se considera no creyente y otro 4,9 que se define como ateo.

El estado español mantiene vínculos milenarios con la religión católica porque nuestras raíces son católicas. Las leyes nos hicieron aconfesionales pero no han borrado el arraigo que en las familias españolas tiene la religión cristiana. Los socialistas tendrán que conformarse con que se guarden las formas, pero ese no es su verdadero objetivo.

Zapalerdo debería ir asumiendo y los demás anticlericales también, que España no se va a volver atea por mucho que eliminen la asignatura de religión católica de las escuelas, ni siquiera prescindiendo de las subvenciones que recibe del estado por los servicios sociales que presta y mucho menos suprimiendo el culto católico de los actos oficiales.

No terminan de comprender que este “problema religioso” está instalado en la conciencia personal de los españoles, porque es allí donde se formulan las preguntas éticas y trascendentes – amor al prójimo, aborto, sexualidad, Dios, etc. – que le decantan a uno por mantenerse en la fe católica y es ahí, en nuestras conciencias, donde la izquierda fracasa en sus pretensiones. No tienen nada comparable que ofrecernos.

En consecuencia, mientras la ciudadanía sea capaz de distinguir entre tan dispares opciones éticas frente a la vida, ya pueden venir los Zapatéticos de turno que España seguirá siendo de mayoría católica.

Como siempre lo ha sido.

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