28 septiembre 2005
ZP y el tonto del pueblo
Aunque muchos de ustedes lo habrán entendido inmediatamente, es necesario aclarar que el tonto del pueblo se refiere al pueblo tonto, a ese pueblo que aunque parece tonto, hoy por hoy, mayoritariamente lo es.
No hay otro calificativo para esa ciudadanía que una y otra vez se deja engañar embobada por la destreza con que el trilero les hace trampas. Pero eso sería disculpable en quienes han sido amaestrados y están predispuestos incluso a defender al trilero cuando lleguen los guardias.
Lo que no tiene nombre –es una forma de hablar porque nombre si que tiene– es que el trilero considere que todos los demás son tontos y que cualquier truco que haga, por muy chapucero que sea, será digerido y aplaudido por el pueblo convertido en mero espectador del expolio a que está siendo sometido y que permanece ajeno al fraude como si no fuera consigo y a su costa.
El trilero ZP nos ha considerado tontos desde el primero día, desde que se lanzó a la fama con su obra cumbre, la tragedia que lleva por título “Aznar, el malvado que nos mata” y que fue estrenada el 11 de Marzo con una gran traca que dio paso a la posterior representación de la Gran Compañía de Titiriteros dirigida por el gran ilusionista Rub Al Cabra.
El repertorio de ZaPayaso es amplio y variado y cada día nos sorprende con un truco nuevo.
Para empezar, hizo desaparecer más de un millar de soldados de Irak para hacerlos aparecer en Afghanistán. Lo asombroso no es que el truco incluyera vehículos y helicópteros sino que los espectadores ni siquiera pestañearan como si aquello fuera de lo más natural del mundo.
Otro de sus más famosos montajes, dado a conocer mundialmente con gran alarde de publicidad, es el llamado “Prestige” que, como su nombre indica”, proporcionó diversión y prestigio entre los suyos a su creador: Un buque petrolero de 240 metros de longitud fue hundido por Aznar, que parecía pilotarlo a pesar de que se encontraba a cientos de kilómetros de allí.
Más tarde y en un gigantesco espectáculo de hipnosis colectiva, nos vendió una Constitución Europea que nadie echaba de menos ni necesitaba, haciéndonos creer que era vital para nuestra supervivencia cuando para lo único que servía era para que los dueños del circo ganaran dinero a costa nuestra.
En una nueva atracción y cual fakir come-fuego, redujo a la nada el incendio más devastador sufrido en el país durante siglos y a los pocos días quedó todo como si no hubiera pasado nada. Con unos pases mágicos, el pueblo tonto no recordaba nada de lo sucedido, visto lo cual y por la forma en que ha toreado el tema del incendio, más que un fakir parecería el bombero torero.
Entremedias, gran cantidad de números circenses de lo más variopinto realizado por su equipo de colaboradores, entre los que destaca El Gran Bono, dedicado tanto al transformismo como al ocultismo.
Y su último espectáculo no desmerece de los demás. En colaboración con El Gran Bono, ha hecho que una ráfaga de viento haga explotar en el aire un helicóptero, con personas y todo dentro. La gente está fascinada de que estando tan cerca del fuego, el artista ni siquiera se haya quemado un pelo.
Pero claro, tales ilusiones sólo pueden ser realizadas ante un público tonto, o al menos eso es lo que ZaPayaso cree que somos.
La cuestión es que todo le sale bien y yo también estoy empezando a creerlo.